2008-05-31

Poema


El otro día partí del pueblo
Dejando a los árboles llorar aceite
(¡Y yo que me creía incomprendido!)
Entonces cayó la noche. Cayó.
Quedé ciego,
Porque uno queda ciego ante la belleza,
Y entonces posó la noche sobre mis labios su nostalgia,
Sabiendo que todas las necesidades son distintas
Y que el tiempo sabe curar heridas.
No se vuelve al mismo lugar dos veces
Salvo para ser enterrado.
Complejo es el poema como la vida.
Y la vida -que mucho sabe de altanerías-
No responde,
Sólo pregunta.

2008-05-26

La importancia de llamarse Giancarlo


A propósito del título de la obra de Oscar Wilde ("La importancia de llamarse Ernesto"), reflexionaba en cuál es la importancia de llamarse como me llamo. Luego de un breve ejercicio mental (con su respectivo y sonoro canto en la ducha) llegué a algunas conclusiones:

La importancia de llamarse Giancarlo es que tienes algunos hombres y mujeres con los cuales puedes contar. No me refiero a las operaciones básicas que nos enseñan en primaria; me refiero a contar con palabras, gestos, puteadas, compañías, ayuda, bromas, etc. Contar con individuos que, felizmente, te bajen de las nubes cuando el humo de la soberbia te empiece a desgraciar la cabeza o que recojan las sobras de tu corazón, que, como buen incauto, dejaste que alguna "linda" y "alegórica" mujer hiciera pedazos. Esos individuos que han visto cómo te quiebras por dilemas existenciales y que, a su manera, te hacen ver que la vida tiene un sin fin de problemas pero que "No hay mal que dure cien años... ni cojudo que lo resista". Ésos que en un mar de alcohol -bueno, en realidad en medio de un par de vasos, pues soy bien monse para tomar- procuran que te olvides de aquello que acaso hizo que te llevaras el vaso a la boca. Ésos que se copian de tus exámenes (o que te salvan en algún otro), pero a los que les debes muchísimo más que la explicación de todo el curso, que les brindaste antes de entrar al examen final. Eso que te dieron y no tiene precio. Ésos que te quieren pagar el viaje de promo cuando pusiste como excusa la falta de dinero, para no ir a tal viaje, por sentirte un personaje kafkiano... o ésos que te putean cuando juegas fútbol, pero que saben que a las pichangas le faltaría algo si no asistes -¿serán mis cientos de goles (fallados)?-. Esos individuos que te confiesan sus problemas y a los cuales te nace escuchar en sus buenos y malos momentos y ayudarlos en lo que puedas, devolviéndoles con buena cara lo que ellos hacen por ti. Ésos a los que les gusta olvidar en un gimnasio. Ésos que te escuchan cuando, necio, hablas de las cosas que te afligen y de lo mismo y mismo y mismo... hasta el infinito, ya sea en vivo y en directo o por una ventanita del messenger, poniendo cada emoticón más ocurrente o estúpido que el anterior. Esas personas que te vuelven un emoticón, pero de alegría. Ésos que te felicitan y que te repiten que el asunto de la tesis llegará a un final feliz; que te ayudan a reforzar tu autoconcepto, pero no con palabras gaseosas, sino haciéndote ver tus errores y tus virtudes; con gestos de amistad concretos. Ésos con los que te envicias hasta acalambrarte los dedos o llenarlos de ampollas de tanto Winning Eleven o Medalla de Honor, entre otros juegos. Ésos con los que compartes estudios, casa, carnavales, parque, secretos, ron, messenger, libros, música, pelas, comentarios estúpidos, frases célebres o cualquier cosa que haga significativo el paso de los días en el calendario.

Ya sea con todo eso, con una salida, con una noche de estudio, con una noche de película o de monopolio, pienso: La importancia de llamarse Giancarlo no radica en en esas nueve letras en sí mismas, sino en tener los amigos(as) que yo tengo.

2008-05-23

Cioran, no me hiciste ningún favor


Se supone que hoy estoy "normal", por tanto no tendrían por qué estar sudándome a ríos las manos, no tendría por qué estar doliéndome la cabeza... Tampoco tendría por qué tener la cara de imbécil que en este preciso momento me adorna... en fin... Y, bueno, ya sentado frente a esta computadora, pienso que no tengo la más mínima idea de lo que diré con las próximas letras que escriba (tampoco de las consecuencias que ello traiga, claro está). Supongo que, producto de lo que acabo de leer, pues es de la ausencia, del pseudodestino greco-trágico y azaroso y del manoseo monotemático -no me refiero a mi tesis ni a mis cuitas- de lo que siento que quiero escribir y de lo que precisamente está teñido mi nervioso sudor. Supongo que es cuestión de autoexorcizarme, en realidad.

Está dicho: no sé exactamente lo que voy a decir ni tampoco las razones por la cuales lo diré. A decir verdad, tampoco importa mucho.

"Somos un aborto. Morimos antes de nacer". Descontextualizado, pues esa frase en mis labios me pinta como un pesimista de aquéllos, o como un tipo sin corazón (y le consta al público en general que algo me queda de aquél). Y, ojo, ésta no es una defensa de mí mismo, sino una simple reflexión. Aquella frase la leí de Emile Cioran con quien, dicho sea de paso, no puedo ser totalmente empático. Discrepo de su idea de la vida como eterno sufrimiento. Lo mío va más bien por la rebeldía ante esa dictadura que es el dolor. Lo mío es esa reivindicación de quienes, en vez de mirar al frente, miran eternamente sus zapatos; aquellos con una ráfaga de astillas (o púas) en el corazón. Y es que para mí la vida no es otra cosa que el inextricable vaivén de cosas buenas y malas, esa grandilocuente dicotomía del deseo vivir-morir.... en fin... Lo particular es que la frase que sirvió de base para afirmar que algo que ni llegó a nacer, murió (y que, en efecto, duele), es tan cierta como la idea de que odio ver a un error como una tara para el futuro. Estoy harto de pensar que las cosas no se pueden remediar. Debería ser lo contrario: los errores están allí para aprender de ellos y, si se puede, pues solucionarlos y tratar de enmendar la situación. Hacerle frente a todo.

Otros, en cambio, -y ésta no es una crítica, pues cada quién sabe lo que hace... y yo lo respeto- escogen la tragedia griega, ésa en donde no hay salida, ésa en la que tu destino y tu futuro sólo le pertenece al oráculo, que "sabiondo" te dice que no puedes cambiar el statu quo o, lo que es peor: le pertenece al charco de lágrimas que, vulnerable e inerte, puedas formar. Así es: Sorry, no lo puedes cambiar. Never in this world, kid. Esos otros prefieren botar el objeto a la basura antes que arreglarlo, como si éste no valiera la pena.

Quisiera encontrar un punto medio para esto, pero la verdad es que poco o nada puede hacerse cuando algo se ha echado a perder y cuando, sobre todo, no hay ganas de repararlo. Por culpa de "x" o de "y", sea como sea, hoy haré lo mismo que hacen los otros en esa otra ribera del río: irme, salir, huir a un lugar... a mi (a veces) refugio: LejosDeTodasPartes...

Porque hoy sí me siento de esa manera... y eso también duele.

2008-05-19

Ojeras


Las ojeras no son simples manchas bajo los ojos,
Son máculas en el corazón.
Son una serpiente pisada en el cuello,
Que es vilmente consciente de que se lo merece;
Son la esperanza decantada,
Como los tenues rayos de sol,
Que a regañadientes abandonan el día.

Las ojeras son producto de la no realización de un sueño,
Que se pudrió antes de nacer
O lo que es peor: que nació podrido.
Son una suerte de señal de que algo anda mal;
La insana costumbre de escribir de madrugada,
O son las cosas que, punzantes,
Te recuerdan que no eres invulnerable.

Las ojeras son algo parecido a ti:
Jodidas máculas que te recuerdan algo/alguien
Y que no se borran ni queriendo.