2011-10-12

Cambio de piel


¡Vaya suerte! Apenas salía de la Hepatitis A cuando me agarra una buena dermatitis a mi pobre rostro. Dicen que una de las causas es el estrés. Cuando la doctora me dijo eso, repliqué: "¿Estrés? ¿Yo? ¡Pero si me encanta trabajar, doctora!". Claro, ahí no estaba el problema, sino en la respuesta a la segunda pregunta: "En promedio, ¿cuántas horas trabajas al día'". Evidentemente, fui cruelmente destruido. Tengo que parar la mano, dice.

Hoy por hoy, eso ya no es tanto un problema, pues renuncié a mi trabajo para terminar mi adorada y (con orgullo, sangre, sudor y lágrimas) consciente tesis. Y aunque esto no es sino otro de los pesos que cargo en la mochila existencial de mi vida, puedo soportarlo porque falta poquito y me da satisfacción decir que el esfuerzo ha valido de la pena.

Y, claro, a propósito estos sinsabores que te deja el azaroso devenir de la vida, siento que he cambiado de piel en otros aspectos. Hoy, venía caminando, escuchando música con otro semblante, tranquilo y hasta contento con una canción con la cual me identifico por estos días: "Nunca es nunca", de Siddhartha:



La canción, en realidad. es una excusa para decir que ando deshabitando vacíos, dejando atrás lo que pensé nunca dejaría: la hermosa relación que tuve con mi más próxima ex. Y sí, parte de la terapia y de la realidad de mi dicho de haber dejado atrás el dolor de haberle perdido es que hoy mismo postee esto, pues tras poquito más de 2 años de haber terminado -confieso- ella no había salido totalmente de mi vida. Estaba en una que otra mañana, tarde o noche y en las lágrimas de hace un buen tiempo. En la película del otro día, en la canción de hace 5 minutos y en muchas otras cosas. En mis conversaciones.

El problema con ello no es que haya persistido en evocarla en distintas oportunidades, sino que lo haya hecho con amor y, colateralmente, pensando que alguno de estos días del año o de los que están por venir ella y yo terminaríamos juntos. Esto, creo, proviene de idealizar lo que tuvimos. Y es que si bien fue espectacular (algo por lo que le estaré eternamente agradecido), cuando uno recuerda una relación que en algún pasaje se quebró (y aún siente algo), tiene que recordar tanto lo bueno como lo malo. No es ser pesimista, sólo se trata de ser equilibrado. Ningún extremo es bueno.

Tras 2 años de haberle dado en gratuito usufructo mi corazón, puedo decir (con las pelotas que no tuve hasta hace cierto tiempo) que ya pasé la página y que, aunque a veces uno quiera cegarse, las cosas no serán las mismas nunca más. Mejores o peores, pero nunca igual (grueso error el mío). Nada más infantil que darle la espalda a la realidad.

Así, el cambio de piel no sólo se da por fuera, sino por dentro. Esta vez no por estrés, sino por la firme convicción de que lo que fue no es más.

Au revoir.

2 comentarios:

Ana dijo...

Lo curioso de decir hoy que ya pasaste la página es que, tal vez, hace un tiempo creías que sería muy dificil lograrlo. Creo que eres de las pocas personas que es capaz de pasar la página sin tener rencores, ni amarguras y es capaz de recordar todo... lo bueno y lo malo. Ojalá todos fueran así. Buen post, saludos. :)

Giancarlo dijo...

¡Anita! ¡Gracias por el comentario! Y, bueno, a propósito de ello, sin duda fue dificilísimo, pues -por lo menos en mi caso- no quería ver dos cosas: Lo malo de mi ex relación a la hora de hacer un balance de ésta, y la diferencia que existe entre extrañar a una situación y a una persona.

Eso sí: nada de lo dicho implica que mi ex sea mala persona, sólo que hay gente que se merece el esfuerzo (lo cal no significa forzar, sino dejar fluir) y otras que no. Tan simple como amar o no.

Por último, cuando obras de buena fe, entregas la vida y amas hasta explotar de alegría, ya no queda tiempo para lamentarse. Di lo mejor de mí y si no alcanzó, por (para) algo ser... En fin.

¡Un abrazo!