2011-04-15

Las elecciones en no sé cuántas palabras...




No, señores, ni éste se ha vuelto un blog de política (créanme que hasta ahora no sé de qué carajos es) ni yo un acucioso analista político. Como la mayoría de cosas que digo, son meras reflexiones salidas de lo más profundo de mi corazón, cerebro o... Sí, de ahí. Las elecciones han dejado algunas cosas buenas, malas y otras feas. Aquí mi lectura:

Lo bueno

Creo que lo fundamental es la participación de los jóvenes. Esta campaña unió (y, claro, enfrentó también) a muchos jóvenes. Participaron, se entusiasmaron y se comprometieron con una causa, con un ideal. Equivocados o no, apostaron por algo, creyeron en algo y eso, de veras, es meritorio.

También creo que en este rubro está la aparición de PPK. Le dio otro aire a la política. Creo que el perfil gerencial, de buen administrador de recursos (patrimoniales y humanos) hubiera ayudado para el desarrollo de un país sobreestudiado, pero subgerenciado [en general, sabemos cuáles son nuestros problemas, pero no cómo resolverlos]. Con ello no quiero decir que él sea el non plus ultra de la política o de los candidatos, un santo o héroe; sólo una persona que hubiera sumado mucho. Para mí, merecía ser presidente. ¿Por qué? No porque tenga dinero o poder, sino porque -hasta donde sé- estudió becado (aun teniendo dinero) nada menos que en Princeton. El tipo ha pasado por los trabajos más renombrados. Se lo ha ganado. Y, bueno, creo que si tanto nos hemos quejado por años con eso de que no hay meritocracia en el país, pues ésta era una oportunidad para decir: "Escojamos al más preparado". No sucedió así... Bueno, es parte de este juego.

Lo malo

El racismo, clasismo, resentimiento y envidia. Dios, no puedo creer que a estas alturas del siglo XXI sigamos con esas estupideces de "cholos", "ignorantes", "pobres", "ricos", "pitucos". Ni uno es mejor por ser pobre, ni el otro peor por ser rico (y viceversa, claro). Ni uno es más inteligente por votar por "x", ni el otro más bruto por votar por "z". ¿Qué carajos nos pasa como sociedad? ¿Hasta cuándo seguiremos plagados de resentimiento, odio, envidia, racismo, clasismo y demás etiquetas que no hacen sino degradarnos como ciudadanos y seres humanos?

Asimismo, se ha desnudado (una vez más, en realidad) la miseria en la que vive un gran porcentaje de peruanos, aquellos a los cuales la democracia no les suena más que a "floro" de facultad de Derecho, a cosa gaseosa que no aterriza en sus bolsillos y que no se apiada del hambre que sufren. Depende como se mire, esto puede estar en la categoría de "lo bueno", porque una vez más nos tiran una cachetada a los limeños, diciéndonos -con justa razón- que el Perú no es Lima y que no nos sirven de nada las pomposas cifras que nos granjean aplausos en el mundo si es que el bienestar no llega a todos. Esto es una posibilidad para que nos demos cuenta cuán importante es ser empático y lograr entender a los demás; ser un poco menos egoístas y dejar de hacer gala de una visión que no trasciende nuestro entorno familiar y social.

Lo feo

Desde mi modestísimo punto de vista, es horripilante que en segunda vuelta tengamos que elegir entre dos nefastas posibilidades [no usen los desafortunados símiles que utilizó MVLL para describir a Humala y a Fujimori, por favor]. Decidir entre Humala y Fujimori, la verdad, es lo más atroz que ha podido pasarme como elector. Uno, porque Huamala me parece una persona con ideas anacrónicas, con un karma atroz de resentimiento (por eso su facilidad para canalizar el descontento de mucha gente) que en vez de sumar y construir, resta y destruye. Un tipo que avaló el "Andahuaylazo", en donde perecieron policías y donde se pretendió desestabilizar a un régimen absolutamente democrático. Tampoco me afana la idea de votar por una tipa que no tiene mayores méritos que haber estudiado en el extranjero con la plata de los peruanos y ser hija de uno de los presidentes más corruptos que ha tenido mi país. Por cierto, es curioso que se diga que ella no puede cargar con los pasivos de su padre, pero, hipócritamente, sí ufanarse de los activos (léase: lucha contra el terrorismo, modernización del Estado). ¡Qué bipolaridad del electorado! Una tipa que no ha deslindado con oscurantistas prácticas antidemocráticas. Dios nos salve de la atrocidad que puede ser el gobierno de uno u otro. Espero equivocarme.


Ésa es mi forma de ver las cosas. Bueno, es realidad es sólo una parte, pues me quedaría como loro, hablando de todo y de nada a la vez. El hecho es que esto me ha hecho reflexionar respecto de algo que medito desde muy niño y que, hoy día, compruebo más que nunca. Me explico:

En positivo: Hay que ser solidarios.

En negativo: No hay que ser egoístas.

El tema es simple y tiene dos lecturas: Una axiológica y otra pragmática.

Lectura axiológica

Ser solidario, bueno y/o cordial con los demás es genial. Te sientes bien de cultivar esos valores, te llena de orgullo poder compartir, desprenderte de algo o simplemente ayudar al resto a mejorar sus condiciones de vida. Ello, por supuesto, va de la mano con un legítimo deseo de que haya reciprocidad, de esperar que te tiendan una mano cuando lo necesites. Esto hace que una sociedad camine bien, que permita la fructífera convivencia entre sus miembros.

Lectura pragmática

Si no quieren ver a la solidaridad como algo que debe nacernos por ser genial, pues véanla como una inversión. La solidaridad o el no ser egoísta es un bien intangible que podría ayudar a generar un mercado con bajos costos de transacción y, por tanto, más eficiente. Me explico con un ejemplo: Cuando una persona ve a otra amasar fortuna sobre la base del egoísmo, se genera en éste la indignación o la envidia. Ergo, es muy posible que éste intente "bajarle del carro" o, con justicia, acusarle de hacer lo malo que está haciendo. A la larga, esto no permite que ni uno ni el otro avancen. En otros términos, no es productivo, no es eficiente.

Se vea como se vea, creo que debemos tener en cuenta el ser solidarios o, en todo caso, no ser egoístas; tratar de generar una sociedad más equitativa en oportunidades, más cordial en su convivencia. Caso contrario, no llegaremos a ningún lado. Se los aseguro.

Un abrazo, gente.