2008-11-19

Sabiduría Infantil



Hoy a mediodía -bueno, técnicamente, ayer- nos cayeron en la casa mi cuñada y mi sobrina-ahijada. Yo que andaba con los libros encima y la computadora a punto de ser tirada por mi ventana, encontré en esta visita eso que no buscas pero esperas que te llueva a cántaros. El caso es que ella y yo estuvimos saltando en mi cama como dos bebes. Con sus 2 años, ella claramente lo es, pero yo, con mis 26 encima, lo dudo. Es más, casi lindo con la estupidez. Pero eso poco importa porque jugueteamos, me hizo "chuchitos" en la cabeza, nos quitamos las tabas y hasta cosquillas en los pies me hizo. Está de más decir que de mis libros, mi tesis y su jodida "Cláusula de Nación más Favorecida" me olvidé por un rato. Bien por eso. Y aunque mi ahijada hizo trizas mi cama, tiró por los aires la cajetilla de cigarros que Michel olvidó un día, me hizo sacar y ponerme mis zapatillas quinientas veces y (no contenta con ello) le sacó la michi al Tiger que mi hermana me regaló hace años, sacándole la argolla del llavero, pues disfruté mucho de su compañía. Sobre todo disfruté de esa sabiduría infantil. Hoy mi ahijada me enseñó que para estar contento no necesitas una razón especial. Gracias, Miri.

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