2009-02-07

Enjoy


Ya me ha tocado comer tarde en el trabajo. En esas ocasiones, aprovecho la oportunidad para disfrutar de ese estridente sonido que es el silencio. Allí, sentado en la barra de la cocina, disfruto de toda la inmensa vista que un piso 13 puede darte. Primero San Isidro, luego Miraflores, Surquillo, Barranco, hasta finalmente llegar a Chorrillos, en algo que se parece mucho a La Herradura. El mar se ve lindísimo desde el edificio. Uno casi no puede reconocer la línea divisoria entre el mar y el cielo, celestes en el horizonte; claro, a menos que el sol ya esté tan naranja, que el mar dibuje un largo sendero del mismo color hasta la orilla.

Yo allí, solo, almorzando y pensando en millones de cosas a la vez, o acaso en una sola que te complica el momento como si fueran millones. Me encanta ese momento, porque, de alguna u otra manera, me aísla de todo. Y entre tanto estrés y trabajo que hacer, ese momento del día se vuelve justamente el más preciado por mí.

Ayer me tocó almorzar cerca de las 6:00 pm. ¡El sol estaba tan naranja! ¡Tan genial! Si hubieran estado allí seguramente describirían mejor el momento. Yo sólo atiné a dejar el tenedor, reposar mi cabeza sobre ambas palmas de mis manos y dejar que el naranja -ese color que tanto ha pintado mi vida- bañe mi tranquilidad, mientras en mi cabeza repetía una buenísima canción de Björk:

"Look at the speed out there
it magnetizes me to it
and I have no fear
I'm only into this to enjoy"

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