2009-10-31

Retrospectiva


De los escombros se ve la luz
como una clara esperanza
que recorre la única vena que queda
conectando el corazón y el cerebro,
una única y particular vena
que esculpe el equilibrio del pasado y el futuro.
Un ademán de gloria
o sólo una burla de mi derrota.
Lo que sea, da lo mismo.
En ese preciso instante
se aferra uno a esa esperanza
como al último hálito el moribundo
y entonces aparece tu rostro
y desaparece la agonía.
Todo parece ser perfecto
cuando reinventas el tiempo.

2009-10-25

Enrique Bunbury en Lima - Perú: El momento de gloria del que pudimos disfrutar



"...Una herida mortal
por cada momento de gloria
del que podamos disfrutar..."
De, "El Club de los Imposibles".

Perú tenía una herida. Una herida, a decir verdad, no tan secreta. Una herida (que el tiempo no iba a curar cual doctor) y la necesidad de caminar con bastón para el corazón. Es que los últimos 13 años nuestros -hablo por todos los que le siguen desde )s( e incluso a los que lo hacen desde después- corazones vivieron, de alguna o de otra forma, cojeando. Pero esos 13 años que tuvieron que pasar para que Enrique Bunbury, el maestro que desde ya hace un tiempo tiene asegurado un lugar en el Parnaso, volviera a pisar estas tierras con el franco objetivo de brindarse (como siempre) sobre el escenario, tuvo su recompensa. Su ausencia era un precio que ya estaba pagado (de sobra) y entonces sólo quedó el momento de gloria del que pudimos disfrutar.

El disfrute y la responsabilidad, como miembros de "El Club de los Imposibles", había empezado el 20 de octubre, con la llegada de Enrique al país. Recibido de la mejor manera, con regalos y, sobre todo, con calor humano, tuvimos la fortuna de que al llegar se detuviera en la zona en la que estábamos, tomándose el tiempo de, incluso, leer la gigantografía que habíamos preparado para él para darle la bienvenida, de firmarle un disco a Angie y estrecharle la mano a nuestro popular y bien ponderado José Luis, más conocido como "Pequeño". Lo demás sería días de compañía a Enrique y la espectacular banda que lo respalda, y, por supuesto, el día esperado: el del concierto, en cuya víspera algunos tuvimos la insana, pero noble idea de quedarnos a acampar en las puertas de la explanada sur del Estadio Monumental.

El día había llegado. El cansancio abrumador era opacado por la vehemente ansia de ver Enrique Bunbury en escena. Ya no eran los CD ni los DVD a los que tanto humo les sacamos en nuestras reuniones de trabajo y de relajo. Ahora estaríamos ante el hombre delgado que no flaqueará jamás. La familia, que es "El Club de los Imposibles", no podía dejar de alegrarse por uno de nuestros sueños ad portas de cumplirse: tener al Maestro en concierto en nuestras tierras. Desde la cola, en plena prueba de sonido, la emoción tatuaba sonrisas en nuestras caras. La tarde avanzó y así estábamos situados en dos sectores frente al escenario que pariría la gloria en pleno Lima. Justo al frente del Aragonés Errante. Los cánticos intentaban decirle a Enrique que le habíamos esperado por mucho tiempo y que, en efecto -tal como declarara para algún medio escrito-, el concierto sería pasional. Lo que siguió después fue la vida.

Poco después de las nueve, se dejaba escuchar "A plateful brain", de Messer Chups, canción que Bunbury ha utilizado como intro en toda la gira Hellville de Tour, mientras las dos pantallas al fondo del escenario dejaban ver no sólo juegos de luces, sino un muy interesante vídeo arte que respaldaba la mayoría de las canciones. Entonces, empezó: Las primeras notas de "El Club de los Imposibles" (nuestro querido himno) hacían retumbar nuestros corazones. ¿Cómo explicarlo? Como si una divina taquicardia se convirtiera en el vals de tu cuerpo. Bunbury estaba frente a nosotros, cantando la canción con la que todas nuestras reuniones de trabajo (luego de agotar la respectiva agenda) se volvieron un carnaval de amistad. Todos saltábamos y gritábamos. Segundos después de cantar el primer coro, se quedó buen rato en la zona donde más miembros de "El Club de los Imposibles" había y donde teníamos la misma gigantografía que lo había recibido en el aeropuerto (¡Gracias, Maestro!). Luego de este tema (antes de "La señorita hermafrodita"), Enrique despertaba más a la gente con su ya conocido: "Buenas noches, cabrones".

Lo que siguió después fue la retahíla de temas que no hizo más que emocionar hasta las lágrimas a todo aquel que es "bala perdida con 7 vidas". Es decir: un verdadero "Imposible". Así, debo admitir que las primeras lágrimas de emoción brotaron cuando escuché los primeros acordes de "Hay muy poca gente". Como película se repitieron los instantes en los que me incorporé al Club, las reuniones de trabajo y, sobre todo, los momentos que han hecho que las raíces de esta familia se hayan hecho tan duras como el escudo de la verdadera amistad.

Enrique era consciente de que la herida era grande, por eso, tras comentar el tema de los frustrados 2 anteriores conciertos en el país (anunciados pero nunca llevados a cabo), dijo: "...Pero para nosotros hoy es un día feliz, hoy es un día... Hoy es un día en el que nos quitamos una espina". Y así fue. Por eso también hizo una promesa que cumplió con creces: "Vamos a hacer un repaso de todo. Tenemos un nuevo álbum que se llama 'Hellville De Luxe', pero lo que vamos a hacer hoy principalmente es Rock and Roll... Inca". La emoción colectiva seguía con canciones como "Bujías para el dolor", "Lady blue", "No me llames cariño" y "El hombre delgado que no flaqueará jamás". Asimismo, rememoró canciones (con su propio estilo) de su etapa en )s(, tales como "La Herida", "Apuesta por el Rock and Roll" y "La chipa adecuada", con la que más tarde cerraría el concierto.

El concierto fue la vida. Lo digo en serio. La atmósfera que se vivió fue tan emotiva, que recuerdo a "Pequeño", Leonardo y yo dándonos las manos en el aire de la emoción. El mismo Bunbury se desvivía en cada interpretación. Y no es que no lo haga nunca, de hecho es uno de los cantantes que más la vive, que hace una verdadera puesta en escena. Pero lo que sí hacía era sorprenderse de la fuerza con la que la gente cantaba las canciones, así como de sus expresiones de alegría y febril sentimiento. Nada más de recordar canciones como "El jinete", "Infinito", "...Y al final", "El viento a favor", "Doscientos huesos y un collar de calaveras" y "El extranjero", de veras que me pone la piel de gallina. A éstas se sumaron las peruanísimas: "El rescate", que Bunbury terminó de confirmar como escrita en el país y la desgarradora "Canto (el mismo dolor)" que de nuevo humedeció mis ojos.

Entre una de las notas particulares del concierto está lo que a decir mucha gente fue la alegría que mostraba Enrique de estar en estas tierras y de haber recibido la inesperada respuesta que recibió tras tantos años de carrera de solista sin ningún concierto en estos lares. El lugar no llegó a llenarse, pero quienes estuvimos, sin duda, tratamos de dejar la vida en el concierto. Cuando la gente estaba emocionada y el "Enrique, Enrique, Enrique" parecía no ser suficiente, se me ocurrió empezar a gritar: "Maestro, Maestro, Maestro". Fue genial escuchar a muchas personas gritar eso, pues, hasta donde recuerdo, a Enrique no le han coreado eso en otros países. Tan es así, que sonreía de emoción al escucharnos llamarlo con ese título que tan largamente ya se ha ganado. Mayor fue mi sorpresa cuando, en agradecimiento uno de los retornos de Enrique al escenario (azuzados por los constantes: "Oh, Enrique no se va... No se va, no se va... Enrique no se va"), grité: "Gracias, gracias, gracias" y ya éramos todos los que a sola voz lo hacíamos. La cara de Enrique lo dijo todo. Se sorprendió tanto que se le desencajó el rostro. Tan es así, que una chica argentina que había visto un par de conciertos de la gira, nos comentó que notó lo mismo y que eso la conmovió harto. Esto tiene un mérito único teniendo en cuenta cuál es el mejor público de sudamérica en conciertos. ¡Al igual que Enrique, lo dimos todo en el concierto!

Lo que puso la cereza en el pastel fue el inesperado gesto de Enrique en su última aparición en la noche. Como se sabe, Enrique no es de afiliarse demasiado a las nacionalidades, salvo por la suya y la evidente química que tiene con México. Yo le he escuchado decir que no le agrada mucho eso de estar haciendo lo que muchos artistas hacen: flamear banderas o algo parecido. Sin embargo, en el último bis del concierto, Enrique hizo estallar de emoción a la gente cuando tuvo un gesto raro (y me animaría a decir nunca antes visto) en él: se puso un polo que decía "Perú", con el pequeño detalle de un cóndor. Esto hizo que todos empecemos a gritar: "Enrique es peruano, Enrique es peruano". Todo fue demasiado emotivo.

Enrique se despidió diciendo: “Muchas gracias a todos. Por favor, no nos olviden. Hasta siempre, peruanos y peruanas, Dios los bendiga”. No nos vamos a olvidar, sin duda, porque como dijo Enrique en "El hombre delgado que no flaqueará jamás": "En aquella patria, la que llaman Lima/ ¡allí me podréis buscar". Aquí te quedaste, Maestro.

Por último (pero no por ello menos importante), recuerdo haber leído en un poema de Ezra Pound que los hombres tenemos unas cuantas docenas de verdades en la vida, me atrevo a decir un par de las mías: 1. Nunca voy a olvidar el concierto de Enrique, incluidos el par de días previos y posteriores; 2. "El Club de los Imposibles" es mi segunda familia y los amigos que he ganado allí, desearía conservarlos no sólo en la tristeza o la alegría, no sólo hoy y mañana... Sino para siempre.

¡Nada puede, Imposibles! Porque vuestra amistad me sostiene... ¡De cumbia madre!





Pd 1: Mención especial merece la banda de Enrique. Todos grandísimos músicos: Jorge Rebenaque, genial en los teclados, Álvaro Suite, hábil guitarrista y excelente showman al lado de Enrique, el experimentadísimo Ramón Gacías en la batería, la soberbia conducción rítmica del bajo de Robert Castellanos y la perfecta ejecución de punteos (incluido un excelente solo) de Jordi Mena. Además, en todo momento se mostraron amabilísimos con las personas que, afuera del hotel, se acercaban a pedirles una foto o un autógrafo. Se ve que es gente de putísima madre. Pero, sobre todo, hay un nombre que rescatar: Robert Castellanos, bajista de la banda. Un verdadero tipazo, con una sencillez que lo hace aún más valioso como músico. ¡"El Club de los Imposibles" te agradece de corazón, Robert!

Pd 2: Las fotos son obra y gracia de algunos Imposibles que tuvieron la amabilidad de postearlas en la comunidad.


Set List:

1. El Club de los Imposibles
2. La señorita hermafrodita
3. Hay muy poca gente
4. Bujías para el dolor
5. Sólo si me perdonas
6. Docientos huesos y un collar de calaveras

(Solo de guitarra de Jordi Mena)

7. Sácame de aquí
8. El extranjero
9. Contar contigo
10. La herida (versión Bunbury)
11. Alicia (Expulsada al país de las maravillas)
12. Infinito
13. El hombre delgado que no flaqueará jamás
14. Sí
15. El rescate
16. Apuesta por el Rock and Roll
17. Lady Blue
18. De mayor
19. No fue bueno, pero fue lo mejor
20. ...Y al final

Encore

21. No me llames cariño
22. El jinete
23. Canto (el mismo dolor)

Encore

24. El viento a favor
25 La chispa adecuada (versión Bunbury)




2009-10-15

Arte Poética


Sencillo es el amor
Que se esconde tras la grieta del sollozo
Y aprovecha cuando el hastío se distrae
Para sacarle la vuelta
Dos espacios dividen el mundo
El antes y el después
Que para efectos de maravillarme por tu tacto
Son una dulce coincidencia
Y el farol de tu presencia que sabe hacerlo todo
Iluminar como un astro
Sempiterno y rebelde
Tuyo el tiempo
Tuyo.

2009-10-10

"Bunbury Fest '09" o de cómo definir "alegría"


Foto: Susan Caballero para "El Club de los Imposibles"


Define alegría. El DRAE dice: "Sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores". Bien han dicho por allí que a veces las palabras se quedan cortas. Así que aun con la precariedad del habla escrita y oral, trataré de definir alegría: Viernes 9 de octubre de 2009. Un grupo de gente, una familia. Un local reventando de gente. Una banda: Hotel Cabaret. Música de Enrique Bunbury y de Héroes del Silencio. Saltos, abrazos propios y extraños, euforia colectiva y sonrisas. Canto y encanto. Amistad, trabajo, solidaridad, confianza. Una vez más: una familia.

Me explico: Ayer fue el primer "Bunbury Fest", actividad realizada en honor del Maestro Enrique Bunbury, como antesala a su visita el próximo 22 de octubre. El "Bunbury Fest" fue organizado por la banda "Hotel Cabaret" y "El Club de los Imposibles", fan club de Bunbury en el Perú.

La noche empezaba con la gente en sus lugares, escuchando y calentando gargantas con los temas de Enrique y de Héroes del Silencio que iban sonando. Con un local ya reventando a las 11:00 pm., arrancaba "Hotel Cabaret", una banda tributo a Enrique Bunbury que, a priori, cuenta con una virtud: 10 músicos en escena, lo que ya les hace una tentación musical por explorar. Pero había que demostrar y no quedarse en el papel o en la apariencia "apriorística". Para demostrar su versatilidad, empezaron deleitando con un par de temas de la díscola Amy Winehouse, interpretadas por una de las chicas que conforman la banda. Luego llegaba lo tan esperado: Enrique Bunbury. El concierto arrancó (nada menos) con la emblemática "El Club de los Imposibles". Así se fueron sucediendo canciones tales como "Enganchado a ti", "Sí", "El extranjero", que no hicieron más que confirmar la virtud a la que me refería, logrando la armonía sonora que es tan difícil de conseguir cuando tienes una banda con tantas personas e instrumentos. Lo lograron y de qué manera. También hubo temas de Héroes: "Deshacer el mundo", "Sirena varada", "Apuesta por el rock & roll" y la peculiar versión bunburyana de "Iberia sumergida" (que salió más que genial). Un generoso Set List que dejaró a la gente con la sangre hirviendo y la garganta rendida. Otro golazo como banda.

El público estuvo excepcional. La intimidad que brindaba el tener un escenario a poca altura del ras del piso, lograba una atmósfera de complicidad con la gente, que coreaba desgarrada las punzantes estrofas y coros de canciones como "El rescate", "Infinito" y "Sácame de aquí". Cantaban extraños y propios. Y más propios que extraños, "los imposibles" no paraban de saltar, de abrazarse y de respirar esa atmósfera increíble; eufóricos y contentos de estar donde estaban.

Si de definir alegría se trata, pues creo que es esto que se siente de estar entre tanta gente de putísima madre, esto que te quedas corto al explicar con palabras que siempre están dentro de las fronteras de la amistad, solidaridad, confianza y trabajo; lo que se resumen en: FAMILIA. Eso de sentirte extraño hace unos meses atrás y ahora abrazarte con alguien a quien, más allá de la retórica, llegas a considerar cercano, "la mejor compañía para estados de ánimo peligrosos", porque pese a tener una "herida secreta", se puede "hacer del escapismo un arte", todo por ese grado de amistad que con el tiempo y la transparencia se llega a tener. Y es que ya está dicho: "nada puede dañarme con mis amigos".

Lo de anoche fue la vida. Muchas gracias por el refugio, la incondicional militancia familiar y porque, sobre todo, "¡vuestra amistad me sostiene de cumbia madre!".

¡Se les quiere, muchach@s!




Set List del concierto:

Entremés:

1. You know i´m not good [Amy Winehouse]
2. Rehab [Amy Winehouse]
3. Back to Black [Amy Winehouse]

Plato de fondo:

4. Fantasía
5. EL CLUB DE LOS IMPOSIBLES [¡Qué himno!]
6. La señorita hermafrodita
7. De mayor
8. Hermosos y Malditos
9. Alicia (Expulsada al país de las maravillas)
10. Lady Blue
11. El extranjero
12. Confesión
13. El rescate
13. Látex
14. La felicidad
15. Deshacer el mundo [Héroes del Silencio]
16. Sirena varada
17. Sí
18. Apuesta por el rock & roll
19. Sácame de aquí
20. Iberia sumergida [tema de )s( en versión Bunbury]
21. La chispa adecuada [Héroes del Silencio]
22. Infinito
23. El jinete
24. Enganchado a ti