2008-05-23

Cioran, no me hiciste ningún favor


Se supone que hoy estoy "normal", por tanto no tendrían por qué estar sudándome a ríos las manos, no tendría por qué estar doliéndome la cabeza... Tampoco tendría por qué tener la cara de imbécil que en este preciso momento me adorna... en fin... Y, bueno, ya sentado frente a esta computadora, pienso que no tengo la más mínima idea de lo que diré con las próximas letras que escriba (tampoco de las consecuencias que ello traiga, claro está). Supongo que, producto de lo que acabo de leer, pues es de la ausencia, del pseudodestino greco-trágico y azaroso y del manoseo monotemático -no me refiero a mi tesis ni a mis cuitas- de lo que siento que quiero escribir y de lo que precisamente está teñido mi nervioso sudor. Supongo que es cuestión de autoexorcizarme, en realidad.

Está dicho: no sé exactamente lo que voy a decir ni tampoco las razones por la cuales lo diré. A decir verdad, tampoco importa mucho.

"Somos un aborto. Morimos antes de nacer". Descontextualizado, pues esa frase en mis labios me pinta como un pesimista de aquéllos, o como un tipo sin corazón (y le consta al público en general que algo me queda de aquél). Y, ojo, ésta no es una defensa de mí mismo, sino una simple reflexión. Aquella frase la leí de Emile Cioran con quien, dicho sea de paso, no puedo ser totalmente empático. Discrepo de su idea de la vida como eterno sufrimiento. Lo mío va más bien por la rebeldía ante esa dictadura que es el dolor. Lo mío es esa reivindicación de quienes, en vez de mirar al frente, miran eternamente sus zapatos; aquellos con una ráfaga de astillas (o púas) en el corazón. Y es que para mí la vida no es otra cosa que el inextricable vaivén de cosas buenas y malas, esa grandilocuente dicotomía del deseo vivir-morir.... en fin... Lo particular es que la frase que sirvió de base para afirmar que algo que ni llegó a nacer, murió (y que, en efecto, duele), es tan cierta como la idea de que odio ver a un error como una tara para el futuro. Estoy harto de pensar que las cosas no se pueden remediar. Debería ser lo contrario: los errores están allí para aprender de ellos y, si se puede, pues solucionarlos y tratar de enmendar la situación. Hacerle frente a todo.

Otros, en cambio, -y ésta no es una crítica, pues cada quién sabe lo que hace... y yo lo respeto- escogen la tragedia griega, ésa en donde no hay salida, ésa en la que tu destino y tu futuro sólo le pertenece al oráculo, que "sabiondo" te dice que no puedes cambiar el statu quo o, lo que es peor: le pertenece al charco de lágrimas que, vulnerable e inerte, puedas formar. Así es: Sorry, no lo puedes cambiar. Never in this world, kid. Esos otros prefieren botar el objeto a la basura antes que arreglarlo, como si éste no valiera la pena.

Quisiera encontrar un punto medio para esto, pero la verdad es que poco o nada puede hacerse cuando algo se ha echado a perder y cuando, sobre todo, no hay ganas de repararlo. Por culpa de "x" o de "y", sea como sea, hoy haré lo mismo que hacen los otros en esa otra ribera del río: irme, salir, huir a un lugar... a mi (a veces) refugio: LejosDeTodasPartes...

Porque hoy sí me siento de esa manera... y eso también duele.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qiero destruir la dictadura que existe en mi corazon, pero sera posible? comparto muchas ideas especialmente la de la tragedia griega que en mi caso escogi vivir por seguir el rumbo a la tristeza, qiero reinvindicarme conmigo misma ojala algun dia no muy lejano pueda hacerlo y en lugar de escribir palabras tristes desborde a palabras sin sentido y con alegria. - Jessica :)- brida