2011-03-26

Infame turba


Parado en medio de la feria del libro PUCP no sé qué diantres hacer. Bueno, en realidad, eso me suele pasar: quedarme cojudo mirando a todas partes, maravillado, extasiado con todos los libros, pensando qué tanto pueden decir y por qué carajos no puedo leerlos todos o siquiera terminar "La náusea" (Jean Paul Sartre), que hace mucho adorna la esquina de mi escritorio en la oficina.

Me recupero.

Rodrigo me ha hecho el favor de acompañarme a la universidad (creo que entrar a la Embajada Americana es más fácil), así que hay que disfrutar, porque aún quedan unas 3 horas de dulce masturbación literaria.

Bueno, como estoy tratando de asimilar el el mundo, mis cuitas y esta seriedad que se me impone tras algunos años de digna existencia, el primer stand que piso es uno de libros de Derecho. Tan buenos como caros, esos pinches libros. Bonitos, cultosos, pero jodidamente caros. Igual me compré algunos.

Como no podía ser de otra manera, pasé por el "Fondo de Cultura Económica". Tienen unos libros de Ciencia Política y Filosofía que se cagan, eh. Pero, para variar, carísimos (¿por qué cuesta tan caro aprovechar el tiempo nutriéndose, cual parásito, de la sabiduría de otros?). La siguiente parada es "La Familia", literatura pura y dura. El primer anaquel con el que me topo es el de poesía, para suerte de mi vida y desgracia de mi lastimero bolsillo. Diosito, tú sabes cómo me emociono en esa sección. ¡Había de todo! ¡Cavafis! ¡Pessoa! ¡Kerouac! ¡Vallejo! ¡Bukowski! Drummond de Andrade! ¡Rilke! ¡Infinita e infame turba!

Luego de quedarme buen rato por esos lares, me compré "Altazor", de Vicente Huidobro. Ésta es una edición muy bacán, acompañada, por supuesto, de "Temblor de cielo" (¡qué buen título!). Ya desde que lo abrí, me di cuenta que sacaría buen provecho de la lección: "La realidad no debe ser imitada, sino creada". Tomo mientras.

¿Tendré que escribir sobre lo escrito? ¿Calcar con minuciosidad el contorno del recuerdo? Nah. Hay que reventar en creatividad: crea la realidad. Tan claro como eso.

Álvaro le ha dado con palo al pobre Vicente. Yo lo entiendo. Es evidente que comparar a cualquier poeta con Vallejo es como querer enfrentar a Mohammed Ali con el chibolo más "cofla" de la esquina. No seas malo, pues... ¡Vallejo es la vida! En fin.

El buen Vicente tiene cosas tan logradas como el "Canto III" de Altazor. Pedazo de poema. Leo:

"El alma pavimentada de recuerdos
Como estrellas talladas por el viento


[...]

Vuela el primer hombre a iluminar el día
El espacio se quiebra en una herida

Y devuelve la bala al asesino
Eternamente atado al infinito"


¡Hijo de las mil...!

Así están las cosas: No se imita la realidad, se crea.

Con toda la emoción en las pupilas, me voy a buen galope. Me voy para volver, claro; pero me voy, al fin y al cabo... A hacer temblar mi cielo.

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